Shakespeare

"No temas a las sombras ni al olvido, que tras la noche un nuevo día brillará sonriente y con la espada rota del héroe caído se forjará la espada del valiente..." (W.S.)



Quizás la mayoría de nosotros comienza a escribir la historia de su vida mientras la está viviendo. Otros esperan a que pasen grandes cosas y otros escriben grandes cosas que quizás nunca vivirán… (Adolfo)































































martes, 23 de julio de 2013

Banlieue

"Todos los fenómenos sociales son, en cierta medida, obra de la voluntad colectiva, y quien dice voluntad humana dice elección entre diferentes opciones posibles..." (Marcel Mauss: "Les civilisations.Elements et formes"/1929)

Con el término Banileue refiere Loïc Wacquant  a lo que nosotros llamamos villa miseria. También podría traducirse como "suburbio". En uno de sus libros (*), este sociólogo francés; estudia, aporta datos estadísticos y realiza un análisis histórico en un gueto de Chicago y en un barrio en un suburbio industrial de París.

Se explaya sobre los "barrios problemas" a la vez que se interesa por los magros salarios de los obreros (consecuencia de la creciente desindustrialización) y de las políticas públicas que -contrariamente a lo que se anuncia- provocan segregación de los más desposeídos.
Esquemáticamente se mueve sobre tres ejes: inestabilidad (y falta) del trabajo asalariado; retroceso del estado social y la concentración feroz de riqueza en muy pocas manos.

Podemos hacer el ejercicio de trasladar estos conceptos a nuestro aquí y ahora, para leer y releer esto en clave de Latinoamérica, y mas exactamente en nuestra realidad de país creciendo a “tasas chinas”.

Loïc acuña la frase "advenimiento de la marginalidad avanzada" referida al nuevo siglo de la humanidad y en base a su experiencia (empírica y analítica) de ver como estalla en pedazos el llamado hasta aquí "orden público" y como se marcan y profundizan las desigualdades sociales. Lo de avanzada lo dice en función de observar y constatar que este estado de marginalidad ya se ha instalado en el devenir de nuestras sociedades.

Es imperativo ver que esto es así y redireccionar las políticas sociales. Nos hallamos frente a un marcado crecimiento económico concentrador de riquezas, el mercado del trabajo se fragmenta y precariza día a día y los jóvenes -carecientes de nivel cultural- se van acomodando a una vida de dádivas en la ilusión de un buen empleo que nunca llega. Esto es una clara política de retroceso social con el consecuente aumento de la marginalización.

Entonces, se deben activar urgentemente mecanismos, tanto sociales como  políticos, que reincorporen la población marginal.  Hasta me atrevería a coincidir con Loïc cuando señala que esta población es “de desecho", aunque suene muy duro. ¿Por qué?... Porque "puede esperarse que esa marginalidad urbana siga creciendo y extendiéndose y con ella la violencia en las calles, la alienación política, la desertificación organizacional y la informalización de la economía que afectan a los barrios y la relegación de las grandes ciudades en las sociedades de avanzada" (pagina 269 de la obra abajo citada).

La solución viable para el Estado, que ya dio un importante paso con la asignación universal; es, a muy corto plazo, restablecer y/o ampliar los servicios que presta a fin de garantizar una distribución equitativa de los bienes públicos en todas las zonas urbanas tendientes a atenuar de inmediato las serias dificultades ya generadas y en avance, debida a la desinversión social a lo largo de años

Vivimos en un Estado (recuerdo aquí la frase inicial de ilustración de este escrito) que coloca a la gendarmería en las entradas y salidas de los barrios pobres (o Banlieue), suma día a día mas policías en las calles y se actualiza en la "modernización" de estos servicios.
Me digo a mi mismo (en la lengua del autor) ¡Mon Dieu!... ¿Alguien creerá que esta última sea la forma de mejorar este estado de cosas? y espero que no me conteste "Oui Seigneur".
                                                                                 Adolfo A. Pedroza/Rosario/Santa Fe
(*) "Los condenados de la ciudad"/ Loïc Wacquant/ Edit. Siglo XXI/Bs. As. 2007.-,
Publicado en Prensa Ecuménica en Noviembre/2010


lunes, 8 de abril de 2013


¿Qué es lo que les parece raro?
                                                                                            La brisa, el viento local motivado por los movimientos de masas de aire cuando el sol calienta el relieve. Con la llegada de la primavera y en plena madrugada, Brisa vino a este mundo luego de las lunas y los debidos controles de gestación. Hermosa beba, nacida en un hospital público de Rosario y con algo más de 3 kilos para empezar a pelearle a esta vida junto a Amalia y Eduardo y sin olvidar a la abuela Rita. La Brisa querrá ser un viento fresco y suave sobre la vida de sus papis y lo será también sobre la abuela, siete tíos y 28 primos, diseminados en Carcarañá; Santa Fe.
Rita no entiende el por que de la extrañeza ante la llegada de Brisa y menos cuando le mezclan problemas de educación, de pobreza, legales y hasta religiosos tratando de explicarse por que Amalia fue mamá a los doce años. Ella lo fue a los quince y no fue impedimento para construir una familia. Hoy su compañero ya no está pero ella – con sus jóvenes 55-  sigue adelante con los pesitos que saca como cuida coches o los domingos en la puerta de la Iglesia Católica local.
Eduardo estrena su rol de papá y a los 21 años la pelea con changas de “lo que venga” y se siente orgulloso del año que lleva a la par de Amalia, y no parece darle mucha importancia a aquello de que “una nena tuvo otra nena” como lo cargan buenamente sus amigos, cuñados y allegados.
Al tiempo de estas líneas, el revuelo con la llegada de Brisa se ha instalado en una precaria casita de ambientes chicos, un baño elemental y un patiecito con sombra para que la Brisa lo siga visitando en las calurosas tardes de Carcarañá.
Por ese patio ha transitado Amalia con sus monerías y colgándose de uno que otro árbol con su pequeño y ágil cuerpo, ha levantado polvareda en cumbias con amigos, sus hermanos y cuñados.
Amalia está sana y feliz; le ha llegado el tiempo de ser mamá y de pensar en terminar la escuela que dejó antes de llegar al sexto grado. Nunca fueron sus debilidades las muñecas, ahora siente que tiene una hermosa en sus brazos y se ríe con todo el juego que se da para que ella tome la teta, ella sonríe a cara llena y la beba conecta esa risa con llenar su pancita.
Los ojos de Eduardo miran esa postal y sus rugosas manos de laburante no se animan a intervenir en ese momento. Luego sabe que la pondrá entre sus fuertes brazos para el debido “provechito”.
Mientras todo esto ocurre desde el nacimiento mismo de esta primavera 2012, el afuera sigue comentando y estudiando el suceso, que para los involucrados no es nada especial, y se lo enfoca desde lo que trae la pobreza, su emparentamiento con la ignorancia, la ceguera de la Iglesia Católica Romana para una educación sexual responsable y sin tabúes. También los leguleyos bucean por el lado de la relación que se da entre una menor de edad y un hombre en edad adulta que pueda ser tipificado como abuso sexual. Desde donde lo miren dirán que “el caso es serio”.
Desde lo social también deberíamos preguntarnos seriamente por qué pasan estas cosas y asumir responsabilidades que por cierto tenemos.
Si algo está claro, es que la Brisa seguirá soplando más allá de todo tipo de leyes de los humanos con diferentes relieves y servirá para refrescarnos la mente.
            También es cierto que Brisa continuará creciendo sana y fuerte como vino a este mundo y cuando la naturaleza lo indique correrá por ese patio de la humilde casita, luego transitará la tierra del Río Carcarañá (como canta León Gieco) y se abrirá paso en una vida que vino a este mundo para vivir.
Bendita sea esta Brisa que vive entre nosotros y que sea portadora de una brisa que nos recuerde que – en medio de un tiempo difícil- estamos vivos.
                                                                              Adolfo Pedroza/ Rosario-Santa Fe 

No más menores marginales...
                                                                             “El Senado Nacional ha aprobado el proyecto de ley de responsabilidad penal juvenil, por lo cual el Estado se hará cargo de los chicos que están en  marginalidad y exclusión como forma de premiar a aquellos que optan por la educación y punir a aquellos que optan por actuar al margen de la ley...” leyó el Rolo con la vista clavada el diario del bar y luego exclamó con una carcajada. “Por fin el Estado se decide a proteger a los chicos” y ya la ironía se borró de su cara mutando a una cara de entrecejo fruncido. El Rolo es dirigente metalúrgico sindical de base y tiene la fama de ser un tipo jugado y honesto.
Cuando quiso comenzar a expresar su tristeza frente al ya casi legalizado castigo de los menores de 14 y 15 años que antes estaban exentos, Marta, una incansable trabajadora social en un comedor comunitario,  se incorporó como un resorte, pateó la mesa y con lágrimas en los ojos dijo: “Chau fachos” y se fue.
            Por un corto y pesado tiempo el silencio se estacionó sobre la mesa y los cinco que seguían allí sólo expresaban monosílabos difícil de unir. El Rolo quiso salir a buscar a Marta, pero Roque le dijo: “Dejala, cada uno muestra su dolor como puede. No es con vos la cosa”.
            El tema estaba descarnadamente instalado en aquella mesa de amigos y militantes, con toda una historia de largas discusiones en ese mismo lugar “cargado de historias”.
La flaca Emilia es visitadora social en un barrio ilegal que se asentó en un pozo y amaga con no salir más de allí y varias veces había tenido que ir a buscar chicos a la policía que casi siempre le decía: “Nosotros no los tenemos”
El chueco es el dueño del barcito que sobrevive como puede y que se banca las cargadas de los amigos que le dicen: “El  delivery de pizza  no es delivery ... si no te lo lleva el Chueco”.  Él es un sufrido  testigo entre “el barrio de aquellos” y el otro donde “vive la gente”
El Roque, rebautizado como Shrek por sus orejas y timbre de voz; era el que pensaba y meditaba para luego expresarse con voz ronca y decir profundo.
Julio, nacido y criado cuando el barrio era uno solo, ha hecho de todo en su vida... y pasó “casi por todas” y ahora sufre el ser un desocupado cargado de experiencia.
El Pibe, de edad y nombre desconocido, es siempre el primero en llegar cuando decide descansar de remisero y es el eterno estudiante que no ceja en su sueño de ser periodista... “otro tipo de periodista” como le gusta decir a él.
Justamente el Pibe rompió el hielo instalado desde la ida de Marta y expresó que ni los milicos del `76 se atrevieron a tanto y que esta democracia –por la que va a seguir luchando- nos castiga a todos al criminalizar a los chicos. La flaca trató de explicar como el Estado “institucionaliza” de esta manera a los chicos de 14 y 15 años para enviarlos a un sistema represivo y  carcelario del que no hay retorno. Se voz se quebraba al decir las edades porque seguramente pasaban por su cabeza imágenes concretas de chicos marginados del sistema. Roque ironizaba diciendo que se podía ver como un beneficio que ahora la escuela no tendría que echar más chicos de su sistema porque la policía le ahorraría el largo trámite de papeleríos y sumarios. El Estado, ese que debiera ser protector de las personas, se lava las manos y con una ley le pasa el problema a uno de los poderes que lo constituyen. El Chueco cree que es una sociedad hipócrita al castigar a los chicos que ella misma ha permitido en forma cómplice que estuvieran marginados. El Rolo lamenta que atrás de todo esto no haya ninguna intención de atacar las reales causas por las cuales los chicos toman el camino de la delincuencia en forma violenta. Lo entristece que haya gente que aún pueda pensar que este es el camino más fácil para los marginados y excluidos...  
Y el intercambio de opiniones, pareceres y sentires continúa. Casi parece increíble que la rebelión y presión de muchos y muchas lograron que los militares en 1976 no impusieran la norma de tratar como criminales a los menores de 16 años y sin embargo hoy se legalice esta criminalización de la pobreza y se envíe a los pibes a la cárcel casi hasta con el agrado de la sociedad. Tampoco nos engañemos con aquello de que el sistema es “más benigno que el aplicado a los mayores”; la cárcel es cárcel y los famosos institutos de rehabilitación son cárceles para los más chicos... pero cárceles al fin.
Desde una mesa de un bar se puede ver la realidad ensimismado en un diario abierto en la página de espectáculos, allí donde nuestros divos y divas piden mano dura, tolerancia cero y pena de muerte. Justamente allí está una de las claves, seguir viendo la realidad o participar de ella.
¿Podremos salir de atrás del diario?
Los pibes marginados  y excluidos necesitan que se levanten las voces
para exigir soluciones  y no podemos sentarnos a la mesa de un bar y escondernos detrás de un diario.
                                                                                           Adolfo Pedroza-Rosario-Santa Fe

lunes, 1 de abril de 2013

Sino creyera...

El tiempo pasa. Nos vamos poniendo viejos
Yo el amor No lo reflejo como ayer. En cada conversación
Cada beso cada abrazo.... (Pablo Milanés)

Cuando la conocí yo era un bochinchero de la secundaria. “Bochinche” que terminaría en la pelea por el boleto estudiantil y aquellos que éramos “militantes” no podíamos dejar de verla cuando venía a La Plata. Yo la conocía por fotos y era flaca con patitas de tero y cantaba con dos guitarreros con más pinta de parroquianos de bar que músicos.

El bombista era algo especial, a veces estaba y a veces no. “No viste que ella tiene que agarrar el bombo muchas veces...” me decían; “eso es porque el bombista no aparece”.

Pero cuando se oía su voz ya nadie reparaba en sus patitas flacas ni si estaba o no el bombista. Solo la escuchábamos. Y comentábamos... “se huele el golpe” y aparecían las anécdotas...”Siempre que vino acá la metieron en cana... averiguá si no me crees como se la llevaron esposada del Almacén San José...”

Y ella seguía cantando, la Haydeé –que no le gustaba que le dijeran así y se reía cuando le decían Sra. Gladys Osorio- cantaba con dos guitarristas y un bombista y te erizaba la piel con “El indio muerto” o “Luna tucumana” y corría el 72 cuando grabó “Hasta la victoria”... “Yo soy Ramón, aquel que rompe las cadenas. Buril, solar. La fe que enciende las hogueras. Clamor fundamental. La voz de la justicia. El que a la suave brisa lo torna en vendaval. Yo soy Ramón, aquel que nunca morirá...” cargado con todo aquello social y político que uno recién empezaba a descubrir. Era tiempo de peñas, empanada y vino.

Todo nuevo para uno, pero no para un país que comenzaba a transitar un camino de regreso a la democracia pero muy cargado de malos presagios. Y volvieron a votar por un gobierno, yo todavía “era muy chico para votar”, y volvió la democracia y pudimos ir a verla otra vez a espacios grandes donde podíamos saltar y bailar con sus canciones.

Y volvimos otra vez al país del Antonio Machado que nos recordaba: “... golpe a golpe y verso a verso...” y otra vez su música se empezó a escurrir de nuestros oídos junto al adiós a las peñas con empanadas y vino... son recuerdos difusos en mi y con un fuerte contenido vivencial.

Pero es más clara, vívida y profunda aquella tarde/noche de Febrero en el Opera de Bs. As.; había pasado otra larga noche para nuestra historia, aun cargada de muerte y dolor y la negra volvía... “¿Cómo no vamos a ir...?” . Y la dejaron actuar porque ya estaba en marcha la locura de Malvinas y era bueno una válvula de escape. Y hubo una larga y “prolija” cola para entrar. Nos palparon de armas hasta la vergüenza y nos decíamos unos a otros: “No hay que hacer lío, hay que entrar y adentro hacemos fiesta”.
Y entramos y hubo fiesta. Gritos y aplausos cuando se paro en el escenario y luego un largo silencio hasta escuchar su voz. Si no recuerdo mal, arrancó con “Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando. “... tantas veces me morí... tantas desaparecí... a mi propio entierro fui...” y el teatro se venía abajo; su voz era intimista y ya no había dos guitarreros y un bombista y el sonido lo envolvía todo.

Luego vino La flor azul ... “me acompaña la esperanza en la soledad...” y más canciones y otros acompañantes de lujo y fueron casi dos horas a todo canto, con pocas palabras. Las manos se ponían rojas de aplaudir y la garganta largaba tanto grito reprimido por años. Y todos queríamos cantar y ella –majestuosa- desde el escenario ofrecía el micrófono y todos cantábamos y nos abrazábamos... éramos seis los que fuimos juntos... pero cuando nos abrasábamos éramos como veinte... que se yo quienes eran los otros catorce.

Claro que después la vi en espacios abiertos y otros recitales, pero aquello del 82 fue tan único como los inicios setentistas. Habrá tantas formas de despedirse de seres queridos como podamos imaginar o ensayar, el país que ayer nos dolía hoy nos sigue doliendo... chau negra... nosotros seguimos y seguimos creyendo... “Si no creyera en la locura de la garganta del sinsonte, si no creyera que en el monte se esconde el trigo y la pavura... Si no creyera en la balanza, en la razón del equilibrio, si no creyera en el delirio, si no creyera en la esperanza...” + (PE).................................Por Adolfo Pedroza./Rosario. Santa Fe.
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PreNot 8451 de Ecupres del 5 de Octubre del 2009. Fue levantado por MERCOSUR Noticias, La Hora del Grillo (España) y un portal Latinoamericano de un Barrio de Bs. As. Al menos fueron los tres lugares que yo confirmé, posiblemente se re-publicó en Kaos en la Red y otras dos agencias Mexicanas.

Fogonear la inseguridad.

Hace menos de un mes apareció una noticia en radios y canales de aire sobre un niño que jugaba en la calle con una pistola 9mm. Los diarios no le dieron tanto vuelo a la noticia, aunque hubo uno que otro comentario tendencioso al igual que los informativos de la radio que comentaron lo visto en la TV.

La tele siempre tiene la ventaja de “mostrar”; entonces mostró como una cámara, puesta arriba de un semáforo, supongo que para controlar el tránsito, tomaba el “sublime” -así lo dijo el periodista en off- momento en que este niño, de unos  11 años, jugaba con el arma a cargarla y descargarla sentado en el cordón/esquina de una rambla divisora de una avenida.

Los comentarios del canal de cable que la mostró por primera vez, y los de aire que lo tomaron después, acentuaban en la forma de como lo hacía “a plena luz del día”; en la “impunidad” que demostraba y en que “seguramente no sabía que lo estaban filmando”.

El chico jugaba ensimismado en su arma gris mientras esperaba la luz roja del semáforo para limpiar vidrios y pedir una moneda. Una de las reflexiones de un conocido periodista -conocido justamente por estas notas y estos comentarios- decía que esa impunidad se debía a que “total luego asaltaría y quizás mataría con esa arma y un juez lo dejaría libre a las pocas horas porque era “inimputable” Vehementemente se preguntaba una y otra vez “dónde está su padre”.

Luego de crear todo un clima de imágenes,  repetía una y otra vez como el chico jugaba a cargar y descargar la pistola, mostró la llegada de la policía con su flamante 4 x 4 de doble cabina y cómo lo redujo. El chico ni los vio venir tan metido en su juego como estaba. Los policías lo rodearon, se lo llevaron y se acabó el video.

Por supuesto, no se terminaron los comentarios del periodista de ese canal ni de los otros que levantaron la misma nota. No me voy a extender en esto ya que es obvio lo que pienso, pero sí le voy a preguntar ¿Usted vio después como siguió esta historia?

Quizás no, porque no la “levantaron” todos los canales, ni la radio ni el diario. Yo vi un solo canal de aire que fue a buscar a los padres del chico y como le dijeron: “siempre él quería una pistola para jugar y yo la vi de plástico y a 4 pesos y se la compré, que me iba a imaginar que se armaría tanto revuelo”. 

La persona que hablaba se veía triste, contrariada, tenía pinta de laburante; su casita humilde servía de fondo al primer plano de su cara; la que el camarógrafo se empeñaba en mostrar. Su expresión dejaba ver claramente que se sentía arrepentido por el “pecado” de haber hecho esa compra y ese regalo a su hijo.

Ante la insistencia del periodista sobre “el accionar de su hijo” él apenas balbuceaba: “el va a la escuela por la mañana y a la tarde da una mano con esa changuita en la calle”; luego relato como lo retiro de la “comisaría” y cerró con: “que más quiere que le diga”

No intento novelar esto; sé que es una perlita más de las cosas que nos tocan vivir y de cómo se “criminaliza la pobreza”. Por supuesto que esto último “no vende” y tuvo escasos segundos en pantalla; no escuché a nadie luego arrepentirse por los comentarios sobre “el niño armado en plena vía pública” y ya pasamos a otros temas; ley de comunicaciones, la declaraciones de algún famoso para matar gente y linchar jueces, River no funciona y Boca no gana y del Diego que …

El  “tema” es la inseguridad y hay que fogonearlo cada tanto.  Pensar en por qué hay pobreza, buscar medios de revertir la situación… si ya sé… “eso no vende”. Alguna vez escuche una frase que se preguntaba “¿Por qué el sentido común es el menos común de los sentidos? Y me pareció un juego de palabras; hoy me estoy dando cuenta que es lo que nos está faltando.

Por Adolfo Pedroza// Rosario - Santa Fe (2009).

Como para ir atando cabos...        
                                                                                                            Adolfo Pedroza (*)
Así decía mi abuelo cuando nos contaba algunas historias en la que había que unir cuidadosamente algunos hechos para entender el todo...

En Rosario, al igual que en Santa Fe capital, se llevan a cabo los Juicios por Crímenes de Lesa Humanidad a los genocidas locales que participaron del nefasto Proceso de Reorganización Nacional ejecutando un plan organizado y sistemático de represión ilegal.

También en Rosario, el gobierno logró recuperar un cine del año 45; salvándolo de la piqueta primero y remodelándolo después, para devolverlo a la comunidad como un cine de carácter público “que permita a los santafesinos un espacio de formación, divulgación e intercambio de diferentes culturas”, según palabras de la Ministra M."Chiqui" González en la reapertura del cine. Aquí, también, hay que destacar la acción de La Asociación de Amigos del Cine El Cairo que asumió la defensa de este ícono cultural a su cierre en el 2007.

Así como estuvimos presentes, con el mayor de mis hijos, 21 años, en el inicio de los juicios; un mes después de su inauguración estuvimos en la sala de El Cairo para ver el estreno de “Tierra Sublevada” (Parte1: Oro Impuro) con la presencia del Cineasta y Diputado electo Pino Solanas. En sus palabras introductorias dijo que “Cuando uno cuenta esto... la gente cree la mitad de lo que se le dice. Entonces es bueno que lo vea. Que vea lugares, que escuche testimonios directos; que se confronte con personas como ellas que luchan por algo que nos pertenece a todos. Quiero que los jóvenes vean y tomen conciencia de esto que le está pasando al país en el que ellos viven y qué es lo que le van a dejar”

Luego del aplauso al director, El Cairo nos brindo la proyección en 35 milímetros con sonido “surround” y efectos especiales, esos que hacen que las voces se escuchen desde todas partes y las imágenes te calen hondo para mostrarte como te saquean.

Uno tiene a su hijo al lado y siente vergüenza de lo que la pantalla le muestra. Se acuerda que le dio a leer “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano y que ahora lo observa como mira una pantalla en la que ve una historia repetida por años en nuestros pueblos.

Es lo que hace Pino Solanas, retratar una parte de nuestra realidad que nos confronta. Desfilan las estafas y miserias en las que vivimos rigurosamente documentadas. Ya dijo que esta es una primera parte que sólo nos muestra el saqueo de los minerales y que luego habrá otra que nos mostrará los negociados y saqueo del petróleo.

Por la pantalla desfila la política neoliberal de los 90 que propiciaron el saqueo de minerales (metales) y los hidrocarburos con la total complacencia y complicidad del Estado. De aquel Estado y del estado actual. Como no pensar que la concreción de este neoliberalismo esta perfectamente ligada al estado genocida en aquella mentada “Reorganización” de 1976.

No sólo habrá saqueo de minerales en “yacimientos a cielo abierto”, ya prohibidos a nivel mundial, sino que también habrá procesos con substancias altamente tóxicas y contaminantes del suelo y –fundamentalmente- del agua.

Esa agua natural y pura que se derrocha en millones y millones de litros y que no solo no servirá para el consumo humano, sino que también contaminara el suelo y lo convertirá inútil para cualquier producción a posteriori. No habrá rédito alguno y la promesa es igual a la realizada al gran Inca Atahualpa, lo que sí hay es un serio –y posiblemente irreversible- ataque al medio ambiente y una segura expulsión de los pobladores asentados históricamente en esos lugares.

Los discursos de nuestros actuales gobernantes son altisonantes, pero la realidad no ha cambiado y la legislación, junto a Diputados y Senadores, sigue defendiendo a los saqueadores. La esperanza está puesta en la lucha de aquellos y aquellas que se “auto-convocan” y aún resisten. Pero nos tendremos que ir haciendo a la idea de que no alcanza con un puñado o unos cientos, ni con la denuncia de los ambientalistas, ni con una o dos batallas ganadas.

El compromiso deberá ser de todos y todas y no solo esperar que “la tierra se subleve ante el saqueo de los metales y la contaminación” como dice el volante que anuncia la película y que mi hijo mantiene apretado fuertemente en su mano.

(*) Originalmente editado  por la agencia argentina "Prensa Ecuménica" de Argentina (Martes, 20/10/2009) (También en la  ex-Mercosur Noticias y en otros blogs Alternativos que lo levantaron de allí dentro del mismo año en diferentes lugares de A.L.)
Ahora vienen por mí…

Un día  vi  por la tele como un alambrado separaba un barrio pobre de otro un poco menos pobre… pero no me importó; porque la TV a veces miente.
Ayer vi desde un tren en marcha como se construía un pequeño muro  para separar un barrio de un nuevo asentamiento; pero no me importó porque yo vivo lejos de allí.
Hoy están cercando la manzana donde yo vivo y me dicen que es por seguridad.
Me pregunto:  ¿Seguridad para quién?
Y  luego me digo ¿No será tarde para pensar el por qué de los cercos y las alambradas?            
 (Autor parafraseando libremente a Martín Niemoeller… aunque la frase se le adjudique erróneamente a Bertold Brech)

            Ayer fue la “moda” de los barrios privados y hoy vecinos que se reúnen y deciden cerrar calles “porque por ellas entran y salen los que le roban”. Una noche hubo un problema de salud de un abuelo del barrio y la ambulancia no pudo entrar para auxiliarlo “porque el chofer no sabía por donde se podía entrar”.
            Vivimos en un país con secuelas de  desocupación, exclusión,  abandono por parte del estado de los derechos básicos como el trabajo, la salud, la educación y  esto dejando de lado todo el circo del forcejeo político en el que ya sabemos perfectamente quien perderá. Me resisto a mirarme en el espejo 2001 por un lado y por el otro constato que estamos nuevamente frente al desafió de generar nuevas herramientas para enfrentar lo que está y lo que se nos viene.
Recuerdo que en aquel triste principio de siglo para nuestra historia de país, desarrollaba una tarea pastoral en una iglesia evangélica y ello me llevó a conectarme con médicos, sociólogos, trabajadoras sociales, sanitaristas, etc. y a descubrir juntos que lo que estaba pasando no estaba en los libros que ninguno había estudiado… Ahora que recuerdo yo integraba un llamado “Comité de crisis” o un “Grupo de emergencia”, sin embargo en este momento pareciera que no hace falta. En aquel tiempo a las iglesias se las escuchaba (y se las usaba) y hoy sólo se les discute la cantidad de pobres… pero no me quedaré en el pasado
            Hoy estamos ante una grave situación –una vez más- y ya sabemos que dejará huellas profundas. Ya sabemos que todo esto que está pasando con los chicos preadolescentes responde a un emergente de “algo muy fuerte” que le pasa a la sociedad… perdón: “que nos pasa como sociedad”. Mientras que desde el poder se discute si es problema de empadronar los ricos o contar los pobres; la realidad nos muestra nuevamente la lucha de pobres contra pobres. En la práctica son los pobres que no tienen nada contra los pobres a los que –todavía- les queda algo.
            Entonces aparecen los muros, las alambradas y, por que no decirlo, las balas. Algunos sectores dominantes se encierran en barrios exclusivos y desde allí se autojustifican porque están “desprotegidos” frente a la inseguridad que les provocan los pobres,  que a su vez se convierten automáticamente en los que “ejercen violencia”. ¿A quién se le va a ocurrir pensar si antes ellos no fueron violentados? No quiero con una cosa justificar la otra… ni viceversa; trato de llevar mi pensamiento a resolver la pregunta ¿Cómo se sale de esto?
A las puertas de este enfrentamiento, que ya a comenzado con escaramuzas de importancia y bajas en todos los bandos; es urgente volver a valorizar la solidaridad; no podemos seguir riéndonos de los políticos chantas, habrá que prestar mucha más atención al momento de elegir; no podemos tomar livianamente datos como “casi el 40% de los adolescentes de los barrios periféricos no estudian ni trabajan”; no podemos encogernos de hombros cuando nos dicen que x cantidad de personas se mueren por hambre… y la mayoría son chicos, no es cuestión de discutir el valor de x sino de que x no exista más.
Cierro tratando de abordar la pregunta que el lector se está haciendo; el rol del estado. Esta a la vista que “no da pie con bola”; habla a favor de los más débiles, pero los hospitales públicos no dan a basto; pareciera que se agotaron las balas de goma y se usa excesivamente “de las otras” (personalmente no me gustan ninguna de las dos); se crean hermosos cuadros desde el palco… pero abajo todo pinta para peor.
Cada vez el poder se va encerrando más en una gran burbuja y el lienzo final va mostrando a esa gran burbuja por un lado, varios y fragmentados muros por el otro y una que otra alambrada por allí. Sea que sea donde estemos, no esperemos que vengan por nosotros.
                                                                                                Adolfo Pedroza/Santa Fe
Tenga mano compañero…

¡Arriba, parias de la Tierra! ¡En pie, famélica legión!
Atruena la razón en marcha: es el fin de la opresión.
(*) (Eugène Pottier/1871)

¿Cómo contar que la frase que titulo me fue dicha por un contenedor de basura?

Verano Rosarino, calor condimentado con uno que otro corte de luz y la consecuente falta de presión de agua. Es viernes con la noche avanzada ya a las puertas de un sábado que se anuncia caluroso. Sólo el ínfimo aire que circula por la pequeña terraza ofrece un lugar en la reposera para esperar que venga el sueño.

Solo queda sacar la basura, después de haber lavado los platos. Escaleras abajo, me dirijo al contenedor verde que se estaciona a metros de la esquina; piso el caño que está en la parte baja y en forma automática –a fuerza de hacerlo siempre- revoleo la bolsa a su interior.
           
La automaticidad del caso y el sólo pensar estar ya al aire fresco, no me dejo ver que la tapa del contenedor ya estaba levantada y trabada con un desvencijado cajón; y menos aún detener el tirar dentro la bolsa ante una voz que así me lo pedía.

“Chucho” estaba seleccionando la basura dentro del contenedor. Conocido, porque varias veces lo vi “cirujeando” por la Pellegrini. Me dijo: “Se asustó jefe?” y le dije: “Qué haces por acá?... esta no es tu zona!”.
           
“Es que la mano está brava y cada vez hay que recorrer más cuadras… vio!” Expresándose con su voz ronca y una forzada sonrisa que muestra todos los dientes que le faltan. Valga la contradicción de la expresión.

Cuerpo esmirriado como de jockey profesional, hasta con la misma altura y encorves, tenía algo así como una fusta -con un gancho en la punta- para hurguetear  dentro del contenedor. Siguió un corto diálogo, sobre la noche, la falta de agua, el calor y un chiste sobre el vetusto carrito que a unos metros esperaba lo que se recolectara.

Ya en la reposera, el encuentro con “Chucho” ocupa casi todo lo que pienso. Ofrecerle unos mangos para que vuelva a su casa del suburbio más temprano y comparta algo con su compañera y sus cinco hijos? Pudiera ser… pero me da vergüenza.

Además mañana volverá a patear esas cincuenta o sesenta cuadras que hace “por ronda” (a veces son dos en el día) y así seguirá su vida. “Es que yo me vine del Santiago y ni la escuela pude terminar”; me dijo una vez. Para contarme luego que “cantaba y recitaba como nadie el tango paria” por una monedas cerca de la peatonal.

Siempre expresa seriamente que “no es un paria más” y hasta parece que hay orgullo al decirlo. Quizás no maneje mi concepto de esa palabra. Me duele mi vergüenza y su realidad. No me conforma saber que son muchos, y menos aún la falta de los mínimos derechos sociales. Me sacude el sólo pensar que sus hijos tampoco vayan a la escuela y que en cualquier momento lo voy a ver con algunos de ellos en la calle, como ya lo vi con su compañera.

Son pinceladas crueles de una realidad con la que convivimos, aquellas que la tele no muestra, ni contemplan los números del crecimiento continuo o las  ascendentes ventas de los Shoppings 

El aire fresco se ha tornado raro, el sueño se empeña en demorarse más de lo previsto y el calor parece que fuera más de adentro para afuera. La noche tiene una que otra estrella y una luna remolona que se esconde tras una nube mientras voy tratando de recordar aquella letra de tango que “Chucho” recitaba y que se me confunde con La Internacional.

En realidad, no sé bien ninguna de las dos, pero se bien quien es “Chucho” y que forma parte de una legión que deambula noche a noche por varias calles de nuestro país.
                                                                                          Adolfo Pedroza// Rosario-Argentina

(*) Inicio de la letra de La Internacional, del político y poeta E. Pottier. “les damnés”, que equivale a condenados/réprobos, se traduce por “parias”. La palabra paria, designa en la India a los seguidores de la ley Brahma; privados de todos los derechos religiosos y sociales. Persona de la casta ínfima de los hindúes que son también llamados “intocables” por considerarlos como personas impuras y viles, Obviamente acoto que “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”.-

martes, 1 de enero de 2013

Para estar mejor…

 “Mira, losotro lo fuimo aya al fondo de la caye… ve donde dobla la vía?... y cortamo un pino que no pasaba  por la puerta…”

Tino tendrá unos once años y me cuenta que sí va a la escuela y que es uno de los más grandes del grado. Que lee y escribe mejor que los otros. Antes me narraba como consiguió el arbolito para esta navidad y que le tuvieron que hacer lugar adentro de la casa. Su casita es un espacio relativamente grande –comparado con las casas vecinas del barrio- que está dividida por una especie de tabique de maderas de distintos largos y anchos y cargada de afiches de ambos lados. Esas serían las dos piezas, donde le hicieron lugar al arbolito. La cocina está como adosada a un costado y el baño casi al final del corto terreno. Todo el exterior es una mezcla de maderas, algunas chapas grandes de publicidad y algo de pared de ladrillos de canto, que parecería ser la idea original de cuando se empezó la construcción. Tino dice que él siempre vivió allí; “desde muy chiquito”. El techo es de chapas de zinc y llama la atención que son infinidad de recortes pero muy prolijamente acomodados y encajados entre sí.

Tino hacía tiempo que quería que yo visitara su casa y mostrarme el arbolito fue su excusa para que no me pudiera negar. Mientras caminábamos él no paraba de contarme cosas de él, de su familia y del barrio. Vivía allí con sus padres y cuatro hermanos más porque “mi papá no sirve para hacer chancletas”.

“losotro nos venimos a vivir en la Moré, cerca de la vía, cuando mi viejo se enfermó y se quedó sin laburo, el Pablo era más grande y dice que yo vine acá y tomaba teta todo el día y mi mama me llevaba al laburo con ella”

No es difícil hablar con Tino, solo cuesta seguirlo. Es verborragico, extrovertido y tiene una buena dosis de chispa y picardía que hace que uno no pierda el hilo de su relato. Relato que va y viene, mezcla los tiempos y es sumamente ilustrativo. Además gesticula todo el tiempo, señala y hace pausas para ver si uno lo escucha. Frente a algunas repreguntas, es un hábil gambeteador para no hablar de lo que no quiere.

No creo que más de un metro veinte separe el piso de su flequillo oscuro y empecinado en caer sobre su redonda cara; atrás quedan unos ojos negros grandes y siempre bien abiertos y vivaces que intentan verlo todo. Brazos largos y fibrosos, piernas esmirriadas y un torso cobrizo sin remera que se complementa con una gran bermuda de varios colores. A los pies, ojotas ya finita de tanto correteo. “Gorra no me pongo porque la usan los chabones paqueros”.

Ya en su casa, en una mesa afuera, me muestra una madeja de luces que le pondrá al arbolito cuando terminen de revisarlas. Las fueron juntando él y sus hermanos –porque su viejo junta otras cosas- y las están probando para que prendan todas. “Lo que pasa es que la podemo probar de noche cuando hay luz”.

“Acá –señalando una especie de patio entre dos grandes árboles al frente de la casita- nos juntamo con mis tíos y tías y toda la primada Alonso, Valdés y que se yo como se llaman losotro, para la navida y cuando se termina el año”

Aprovecho para preguntarle que es la navidad para él.

“Nace el niño… que vos me dijiste que es como losotro… y le hacemo el pesebre; hay mucha comida y gaseosa y no nos acostamo. Tiramo cohetes a las doce y salimo con toda la primada –las nenas también- a recorrer el barrio y ver amigos. Para fin de año siempre quemamo un muñeco grande hecho con lo vecino… podes venir si queres!!!”

Ya en la despedida, sobre la calle de tierra y enfilando para volver en el cole, le tiro en voz baja que busca complicidad entre nos: “¿Qué esperas que pase el año que viene?”

Tino se inclinó para acariciar su perrito marrón de grandes manchas blancas, que siempre estuvo alrededor nuestro, y por un instante la sonrisa picaresca pareció salir de su cara; se pasó su curtida mano por el flequillo y me miró fijo; “Irnos a otra casa más grande y más cerca de la escuela, mi papa dice que es para estar mejor” + (PE)
                                                                  Por Adolfo Pedroza.// Rosario. Santa Fe
Publicado en Agencia de Noticias Prensa Ecuménica
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