Shakespeare

"No temas a las sombras ni al olvido, que tras la noche un nuevo día brillará sonriente y con la espada rota del héroe caído se forjará la espada del valiente..." (W.S.)



Quizás la mayoría de nosotros comienza a escribir la historia de su vida mientras la está viviendo. Otros esperan a que pasen grandes cosas y otros escriben grandes cosas que quizás nunca vivirán… (Adolfo)































































miércoles, 2 de noviembre de 2011

Valor estigmativo

Valor estigmativo

                  Escuchamos y leemos muchas veces sobre la estigmatización de la pobreza (o de los pobres) y se nos habla –más bien se nos instruye- sobre “un raro mecanismo de defensa que es bueno que ejercitemos los normales”.
            Nos podríamos aproximar diciendo que la estigmatización se produce cuando una persona posee –o cree poseer- algún atributo o característica que conforma una identidad social que es devaluada en un contexto social determinado. El contexto podría ejemplificarse diciendo que quien es estigmatizado con la pobreza en un determinado grupo; es un simple pobre más en un grupo de pobres.
¿Cómo se ve, siente y vive la estigmatización desde el punto de vista de la victima? Si sos joven, de piel caucásico (como queda bien decir ahora), de pelo oscuro y si –además- tenés una campera y una gorra con la visera echada para atrás… todos te miraran incómodos y hasta asustados, si pasas corriendo… un ómnibus que se te va y que te hará llegar tarde al trabajo si lo perdés.
            Los individuos estigmatizados deberán enfrentar el día a día con experiencias negativas, como ser: insultos, rechazos, desprecio y (llegado el caso) agresión física. Su “categoría social” de estigmatizado le acarreará ser devaluado y ninguneado dentro de un contexto social  en el que “alguien” ha decidido que él ya no pertenece. Ese alguien también se podría denominar “algunos”. Dentro de ese marco, los estigmatizados, transmiten una imagen social negativa y sus pensamientos parecerán ambiguos.
            Las personas que sufren en la cotidianidad la estigmatización, no son precisamente pasivas en sus relaciones interpersonales y/o intergrupales. Justamente deben poder sobrevivir psicológicamente al rechazo, devaluación y exclusión a las que son sometidas;  de allí las estrategias que elaboran.
            No resulta raro que muchas veces los estigmatizados “ajusten sus conductas a lo que se espera de ellos”. Por otro lado, aquellas personas o grupos que estigmatizan leerán el resultado de las conductas de los estigmatizados como una profecía auto-cumplida. Baste leer titulares de los diarios y/o copetes de notas sobre temas sociales nuestros de cada día, como por ejemplo: piquetes, toma de tierras, asaltos secuestros express, etc.
Autores como J. Crocker y D.N. Quinn (1999) coincidían en decir que la estigmatización es la devaluación y deshumanización del otro. Aparecen entonces los efectos lógicos que la estigmatización trae consigo y que se ven reflejados en los afectos y se manifiestan en conductas. Es obvio decir que los estigmatizados se sienten infelices y esto nos ayudará a comprender que esto se manifiesta en su enojo, rebeldía, amargura y en una bajísima autoestima. Si el contexto social los estigmatiza, el estigmatizado interiorizará una visión negativa de  los que lo integran y elaborará estrategias  defensivas a fin de poner a resguardo su ya dañada autoestima.
Un estigma es cualquier característica que deja a un individuo o grupo al margen de la mayoría de la población, haciendo que unos u otros despierten sospechas u hostilidades. Hoy en medio de la tan mentada inclusión social, sabemos que también hay una significativa exclusión de la misma sociedad. Pensemos solamente en la cantidad de jóvenes que ni estudian ni trabajan; ¿Cuál es entonces el motor de sus vidas?. Sin inclusión en la educación, fuera del aparato económico productivo, al margen de programas de salud y en medio de una sociedad que “los mira raro”, ¿Cómo se dará esa maduración del proceso interior que es necesario que realicen?
Es cierto que la sociedad en que vivimos posee valores solidarios importantes, pero no es menos cierto que también es una gran productora de estigmas basados en estereotipos y percepciones que suelen ser falsos o solo parcialmente correctos. La valoración que realizamos de nuestro entorno se empieza a llenar de dudas y esto se profundiza en este tiempo donde manejan nuestras libertades agitando la inseguridad que nos hace desconfiar hasta de nuestros vecinos y conocidos.
                                                          Adolfo Pedroza-Rosario-Santa Fe