¿Qué es lo que les
parece raro?
La brisa, el viento local motivado por
los movimientos de masas de aire cuando el sol calienta el relieve. Con la
llegada de la primavera y en plena madrugada, Brisa vino a este mundo luego de
las lunas y los debidos controles de gestación. Hermosa beba, nacida en un
hospital público de Rosario y con algo más de 3 kilos para empezar a pelearle a
esta vida junto a Amalia y Eduardo y sin olvidar a la abuela Rita. La Brisa
querrá ser un viento fresco y suave sobre la vida de sus papis y lo será
también sobre la abuela, siete tíos y 28 primos, diseminados en Carcarañá;
Santa Fe.
Rita no entiende el por que de la
extrañeza ante la llegada de Brisa y menos cuando le mezclan problemas de
educación, de pobreza, legales y hasta religiosos tratando de explicarse por
que Amalia fue mamá a los doce años. Ella lo fue a los quince y no fue
impedimento para construir una familia. Hoy su compañero ya no está pero ella –
con sus jóvenes 55- sigue adelante con
los pesitos que saca como cuida coches o los domingos en la puerta de la
Iglesia Católica local.
Eduardo estrena su rol de papá y a los
21 años la pelea con changas de “lo que venga” y se siente orgulloso del año
que lleva a la par de Amalia, y no parece darle mucha importancia a aquello de
que “una nena tuvo otra nena” como lo cargan buenamente sus amigos, cuñados y
allegados.
Al tiempo de estas líneas, el revuelo
con la llegada de Brisa se ha instalado en una precaria casita de ambientes
chicos, un baño elemental y un patiecito con sombra para que la Brisa lo siga
visitando en las calurosas tardes de Carcarañá.
Por ese patio ha transitado Amalia con sus monerías y
colgándose de uno que otro árbol con su pequeño y ágil cuerpo, ha levantado
polvareda en cumbias con amigos, sus hermanos y cuñados.
Amalia está sana y feliz; le ha
llegado el tiempo de ser mamá y de pensar en terminar la escuela que dejó antes
de llegar al sexto grado. Nunca fueron sus debilidades las muñecas, ahora
siente que tiene una hermosa en sus brazos y se ríe con todo el juego que se da
para que ella tome la teta, ella sonríe a cara llena y la beba conecta esa risa
con llenar su pancita.
Los ojos de Eduardo miran esa postal y
sus rugosas manos de laburante no se animan a intervenir en ese momento. Luego
sabe que la pondrá entre sus fuertes brazos para el debido “provechito”.
Mientras todo esto ocurre desde el
nacimiento mismo de esta primavera 2012, el afuera sigue comentando y
estudiando el suceso, que para los involucrados no es nada especial, y se lo
enfoca desde lo que trae la pobreza, su emparentamiento con la ignorancia, la
ceguera de la Iglesia Católica Romana para una educación sexual responsable y
sin tabúes. También los leguleyos bucean por el lado de la relación que se da
entre una menor de edad y un hombre en edad adulta que pueda ser tipificado
como abuso sexual. Desde donde lo miren dirán que “el caso es serio”.
Desde lo social también deberíamos
preguntarnos seriamente por qué pasan estas cosas y asumir responsabilidades
que por cierto tenemos.
Si algo está claro, es que la Brisa seguirá soplando más
allá de todo tipo de leyes de los humanos con diferentes relieves y servirá
para refrescarnos la mente.
También
es cierto que Brisa continuará creciendo sana y fuerte como vino a este mundo y
cuando la naturaleza lo indique correrá por ese patio de la humilde casita,
luego transitará la tierra del Río Carcarañá (como canta León Gieco) y se
abrirá paso en una vida que vino a este mundo para vivir.
Bendita sea esta Brisa que vive entre
nosotros y que sea portadora de una brisa que nos recuerde que – en medio de un
tiempo difícil- estamos vivos.
Adolfo Pedroza/ Rosario-Santa Fe