Shakespeare

"No temas a las sombras ni al olvido, que tras la noche un nuevo día brillará sonriente y con la espada rota del héroe caído se forjará la espada del valiente..." (W.S.)



Quizás la mayoría de nosotros comienza a escribir la historia de su vida mientras la está viviendo. Otros esperan a que pasen grandes cosas y otros escriben grandes cosas que quizás nunca vivirán… (Adolfo)































































lunes, 1 de abril de 2013

Sino creyera...

El tiempo pasa. Nos vamos poniendo viejos
Yo el amor No lo reflejo como ayer. En cada conversación
Cada beso cada abrazo.... (Pablo Milanés)

Cuando la conocí yo era un bochinchero de la secundaria. “Bochinche” que terminaría en la pelea por el boleto estudiantil y aquellos que éramos “militantes” no podíamos dejar de verla cuando venía a La Plata. Yo la conocía por fotos y era flaca con patitas de tero y cantaba con dos guitarreros con más pinta de parroquianos de bar que músicos.

El bombista era algo especial, a veces estaba y a veces no. “No viste que ella tiene que agarrar el bombo muchas veces...” me decían; “eso es porque el bombista no aparece”.

Pero cuando se oía su voz ya nadie reparaba en sus patitas flacas ni si estaba o no el bombista. Solo la escuchábamos. Y comentábamos... “se huele el golpe” y aparecían las anécdotas...”Siempre que vino acá la metieron en cana... averiguá si no me crees como se la llevaron esposada del Almacén San José...”

Y ella seguía cantando, la Haydeé –que no le gustaba que le dijeran así y se reía cuando le decían Sra. Gladys Osorio- cantaba con dos guitarristas y un bombista y te erizaba la piel con “El indio muerto” o “Luna tucumana” y corría el 72 cuando grabó “Hasta la victoria”... “Yo soy Ramón, aquel que rompe las cadenas. Buril, solar. La fe que enciende las hogueras. Clamor fundamental. La voz de la justicia. El que a la suave brisa lo torna en vendaval. Yo soy Ramón, aquel que nunca morirá...” cargado con todo aquello social y político que uno recién empezaba a descubrir. Era tiempo de peñas, empanada y vino.

Todo nuevo para uno, pero no para un país que comenzaba a transitar un camino de regreso a la democracia pero muy cargado de malos presagios. Y volvieron a votar por un gobierno, yo todavía “era muy chico para votar”, y volvió la democracia y pudimos ir a verla otra vez a espacios grandes donde podíamos saltar y bailar con sus canciones.

Y volvimos otra vez al país del Antonio Machado que nos recordaba: “... golpe a golpe y verso a verso...” y otra vez su música se empezó a escurrir de nuestros oídos junto al adiós a las peñas con empanadas y vino... son recuerdos difusos en mi y con un fuerte contenido vivencial.

Pero es más clara, vívida y profunda aquella tarde/noche de Febrero en el Opera de Bs. As.; había pasado otra larga noche para nuestra historia, aun cargada de muerte y dolor y la negra volvía... “¿Cómo no vamos a ir...?” . Y la dejaron actuar porque ya estaba en marcha la locura de Malvinas y era bueno una válvula de escape. Y hubo una larga y “prolija” cola para entrar. Nos palparon de armas hasta la vergüenza y nos decíamos unos a otros: “No hay que hacer lío, hay que entrar y adentro hacemos fiesta”.
Y entramos y hubo fiesta. Gritos y aplausos cuando se paro en el escenario y luego un largo silencio hasta escuchar su voz. Si no recuerdo mal, arrancó con “Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando. “... tantas veces me morí... tantas desaparecí... a mi propio entierro fui...” y el teatro se venía abajo; su voz era intimista y ya no había dos guitarreros y un bombista y el sonido lo envolvía todo.

Luego vino La flor azul ... “me acompaña la esperanza en la soledad...” y más canciones y otros acompañantes de lujo y fueron casi dos horas a todo canto, con pocas palabras. Las manos se ponían rojas de aplaudir y la garganta largaba tanto grito reprimido por años. Y todos queríamos cantar y ella –majestuosa- desde el escenario ofrecía el micrófono y todos cantábamos y nos abrazábamos... éramos seis los que fuimos juntos... pero cuando nos abrasábamos éramos como veinte... que se yo quienes eran los otros catorce.

Claro que después la vi en espacios abiertos y otros recitales, pero aquello del 82 fue tan único como los inicios setentistas. Habrá tantas formas de despedirse de seres queridos como podamos imaginar o ensayar, el país que ayer nos dolía hoy nos sigue doliendo... chau negra... nosotros seguimos y seguimos creyendo... “Si no creyera en la locura de la garganta del sinsonte, si no creyera que en el monte se esconde el trigo y la pavura... Si no creyera en la balanza, en la razón del equilibrio, si no creyera en el delirio, si no creyera en la esperanza...” + (PE).................................Por Adolfo Pedroza./Rosario. Santa Fe.
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PreNot 8451 de Ecupres del 5 de Octubre del 2009. Fue levantado por MERCOSUR Noticias, La Hora del Grillo (España) y un portal Latinoamericano de un Barrio de Bs. As. Al menos fueron los tres lugares que yo confirmé, posiblemente se re-publicó en Kaos en la Red y otras dos agencias Mexicanas.